Por: Galilea
La
avaricia en nuestra sociedad se ha convertido en el problema más grave que
pudiese existir, por el afán o deseo desordenado y excesivo de poseer
riquezas para atesorarlas.
Los
motivos por el cual he elegido este tema son debido a los problemas
psicológicos tanto como sociales o personales que causa la avaricia, ya que nos
hemos envuelto en una sociedad de carácter muy materialista, muchas veces
pensamos de una manera indebida frente a una situación el cual causa un efecto
hacia el entorno en el cual nos desarrollamos.
La
pregunta aquí es ¿Qué es lo que nos ha llevado a los seres humanos a desear y
querer obtener más? La respuesta puede ser simple, pero en mi punto de vista la
más lógica, desde la antigüedad los seres humanos siempre hemos querido poder,
esa sensación de querer dominar a los demás, al mismo tiempo que con lo que
poseas poder hacerte más importante, para ser más específica entre más poder
más comodidades y capacidades para dominar lo que te propongas.
Más
que un pecado capital, la avaricia es una enfermedad psicológica que puede
afectar a personas con problemas de autoestima o los factores mencionados
anteriormente. El miedo a la pobreza podría estar enlazado, desde el punto de
vista espiritual en estos casos, con la avaricia y en otros con la pereza, dado
hay que hay diversos factores que puede causar la avaricia entre ellos está la
soledad, que, en ocasiones, por mantener nuestra mente ocupada en el anhelo de
obtener más y más no nos damos cuenta que estamos perdiendo demasiado con
nuestras actitudes.
Claro
está el ejemplo del Santo Grial, en el que Merlín dijo a los caballeros que lo
buscaran y así de esta forma se podrían volver inmortales, no cabe duda que los
caballeros sin esperar más fueron en su búsqueda donde entra el concepto de
avaricia cada uno va muriendo poco a poco, reflexionando acerca de esto, quien
es avaricioso busca su propia muerte.
Se
puede concluir que el tema expuesto nos lleva hacia un mundo en el cual el ser
humano está expuesto a todo tipo de tentaciones, pero sólo nosotros mismos
decidimos como controlar nuestros más profundos deseos.
Pintura del Rey Arturo por Charles Ernest Butler
No hay comentarios:
Publicar un comentario