Por:
Paulina Navarro Montenegro
Aunque
este ha sido un cuento muy corto,es perfectamente conciso. Sinuhé era un hombre precavido, según podemos
notar en esta lectura cuando él decide irse de Egipto ya que teme por su vida a
causa de la traición que giraba en torno a la muerte al parecer no natural del
que había depositado en él su confianza, el faraón Amenemhat. Porque cuando
descubrieran los cortesanos dicho acto traidor, todos hubieran pensado que
Sinuhé había sido uno de los autores intelectuales del homicidio del faraón aun
cuando él fuese un hombre inocente y el verdadero culpable fuera uno de los
príncipes, descendendiente del propio Amenemhat que planeaba quedarse y
gobernar el imperio de su padre.
Sinuhé
no quería morir, no aún, así que huyo hacia el desierto. Yo hubiera pensado que
la reacción lógica de un hombre en esos tiempos hubiera sido quedarse en
Egipto, esperar al hijo mayor que iba en camino para ocupar el trono de su
padre y defender su honor, así como luchar y desmentir a aquellos que le
hicieron daño a su querido amigo, pero tuvo miedo, miedo a la muerte, lo que
probablemente en aquella época hubiera sido llamado cobardía y que en ésta se
hubiera leído como inteligencia, precaución o astucia.
Sinuhé
prosperó en el desierto junto con el
príncipe Amunenshi y todo el pueblo,
después de encontrar a éstos en el desierto justo antes de morir y después de
enfrentar y derrotar al guerrero sirio por lo cual todos lo habían alabado,
pero Sinuhé sabía que su muerte estaba próxima, y que no podía morir dejando al
hijo de su faraón pensando que él era un cobarde fugitivo, y principalmente, no
quería ser enterrado en otra que no fuese su tierra egipcia. Esta es la
importancia de la partida al cielo después de la muerte, según los egipcios,
uno no podría ir al reino de Osiris si moría en una nación extranjera. De este
modo, y muy curiosamente, el hijo primogénito del faraón Amenemhat , quien
ahora gobernaba Egipto, Sesostris I, había recibido noticias de la existencia
de Sinuhé en el desierto, y lo mandó llamar para pedirle que volviera. Esa fue
la mejor noticia que pudo recibir Sinuhé, el peso de la preocupación que
cargaba en sus hombros cansados se desvaneció y partió hacia Egipto. Allí fue
bien recibido por su faraón quien entendía las razones de la huida de éste y lo
colmó de bienes para toda la vida, hasta que tranquila y felizmente, Sinuhé
pudo morir en su tierra, Egipto.
Claridad, sencillez. Se tiene muy buena estructuración.
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