Por:
Paulina Navarro Montenegro
Mientras
Rama habitaba en el bosque junto con su hermano Laksmana y su esposa Sita, un
raksasa llamado Ravana raptó a esta última valiéndose de engaños con el fin de
hacerla su esposa, y Sita, que era una mujer noble y fiel a su esposo hubiera
preferido la muerte antes de aceptar las caricias de otro que no fuese Rama.
Aun
cuando los reyes contaban con varias esposas, todos los personajes observan con
vergüenza como Ravana desea con locura a Sita. El vicio de Ravana hace incluso
que su propio hermano, Vibisana lo abandone. Aunque los raksasas se
caracterizaban por ser poderosos demonios, el hermano del rey de éstos,
Vibisana, era más sabio y prudente que Ravana, así que cuando comienza la
batalla entre Rama y sus amigos monos contra el demonio de diez cabezas y sus
súbditos, Vibisana le advierte que se retire, que hizo mal al tomar la mujer
que no le pertenecía y que si no quiere ver destruido a su imperio, regrese la
esposa a Rama para que éste se vaya por la paz. Cuando obstinadamente el
demonio se niega a escuchar las sabias palabras de su hermano, éste prefiere
irse y ayudar a Rama a alcanzar la victoria por la causa correcta que quedarse
con su hermano el vicioso y ser parte del sufrimiento del pueblo causado por la
guerra.
La
batalla que se desata entre el hijo de Dasarata y el rey de los raksasas, dura
gran parte del libro, una guerra que parece no tener final, resultado de la codicia
de Ravana de poseer a una mujer que ya tenía un esposo. Al terminar el combate,
Rama gana y muere Ravana. Rama toma a su mujer en sus brazos una vez más
después de comprobar que esta le fue fiel en todo instante, y el imperio de
Ravana, junto con su alma, se pierde.
Justo
antes de acabar con la vida maldita de Ravana, Rama le dice unas palabras que
me atraparon y parecieron de las más importantes del libro, a continuación las
cito como conclusión:
“¡En
castigo al secuestro de mi esposa, vas a perder tu vida, raksasa, vil entre los
viles! Aprovechando un momento de ausencia mía, me la robaste, violentándola,
sin respetar su calidad de anacoreta. Piensas que eres un héroe, y empleas tu
valor con las mujeres indefensas, ladrón de las mujeres del prójimo; crees ser
un héroe y cometes acción de hombre inferior. Infringes los límites, desertas
de las buenas costumbres, tomas el partido de la muerte por orgullo y te crees
un héroe. Porque los débiles raksasas, temblorosos, te rinden culto, piensas,
en tu orgullo y altavez, que eres un héroe. Me has robado la esposa por medio
de la magia, que se mostró a mis ojos en forma de gacela. ¡Buena manera de
mostrar tu valor! ¡Y consideras que ésta es una acción maravillosa! ¡No duermo
de noche ni de día, noctívago criminal, ni gustaré del reposo mientras no te
haya arrancado de raíz! ¡Que los pájaros del cielo devoren hoy mismo las
entrañas de tu cuerpo, atravesado por mis flechas, como Garuda abate las
serpientes!”
Sin factores retóricos, tiene buen énfasis y variedad.
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