Por: Luisa Engelfried
Orozco
En el infierno se muestra
una forma muy imaginativa en la que Dante describe el infierno, que es lo que
desde entonces se toma como referencia cuando alguien habla del infierno.
En el libro, Dante nos
muestra como el pecado es una opción y cuál es el castigo que te espera si decides
tomar esta decisión, también materializa todos los pecados, sus castigos,
mientras atraviesa todos de los círculos
que comprenden el infierno. Con una forma arquitectónica muy complicada, Dante
divide dependiendo tu pecado y la gravedad de este en una forma cónica, que
entre más te acercas al fondo más frío hace.
Primer círculo: Limbo
En este círculo se
encuentran las grandes figuras y filósofos que no lograron ser bautizados,
debido a los años en los que vivieron, donde todavía no existía nada parecido a
un acto de bautismo.
Su castigo es nunca tener un encuentro con Dios, pero fuera de eso viven en un hermoso lugar se le describe como un hermoso lugar con un castillo, rodeado de llanuras verdes.
Su castigo es nunca tener un encuentro con Dios, pero fuera de eso viven en un hermoso lugar se le describe como un hermoso lugar con un castillo, rodeado de llanuras verdes.
Aquí se pueden encontrar
personajes bíblicos y filósofos griegos como el mismo Virgilio que guía a
Dante, Homero, Ovidio, Horacio, etc.
Segundo círculo: Lujuria
Después del primer círculo,
todos los condenado tienen que ser juzgados por Minos, quien decide a que
círculo te corresponde ir.
En este círculo se
encuentran aquellos que han pecado de lujuria. Dante los describe como "malefactores carnales" por dejar que sus apetitos
sobrepasaran su razón.
Estas personas están
condenadas a ser envestidas por un fuerte viento, mientras están totalmente
desnudos, que las azota contra suelo y paredes, las agita y las hace chocar
unas con otras, de la misma forma que en vida se dejaron llevar por los vientos
de la pasión.
Aquí se encuentran Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris, Tristán, Dido y Paolo
y Francesca.
Y este es al tema que quería
llegar, Paolo y Francesca. Dante los al llegar a este círculo nota que hay “Dos
almas que van juntas y parecen más ligeras que las otras impelidas por el
viento” y quiere hablar con ellas, Virgilio contesta que les ruegue que con el
amor que las dirige se acerquen hacia el para contarles sus penas.
La historia comienza con
Giovanni Malatesta, un joven de la alta sociedad italiana. El padre de
Gianciotto, el viejo Malatesta, decide casar a su hijo con la bella y joven
Francesca, hija de Guido da Polenta, y así unir a las dos familias.
Pero el viejo Malatesta
tiene un problema, su hijo Gianciotto es bastante desagradable, es feo, malhumorado,
estúpido, gruñón, en fin, un desastre, y no había manera de que Francesca, ni mucho
menos su padre, lo acepten como pretendiente. Entonces el viejo Malatesta
piensa en un plan: enviar a su hijo Paolo, hermano menor de Gianciotto, un tipo
bello, educado, fino, un ganador, a pedir la mano de Francesca en nombre de su
hermano.
Cuando Paolo, que estaba
casado, y Francesca se encuentran, se gustan mutuamente. Francesca sabía que no
era su pretendiente, aunque seguramente lo deseaba, pero aceptó la proposición,
tal vez pensando que Gianciotto sería parecido a su hermano. Cuando vio a
Gianciotto, se decepciono rotundamente, pero, fiel a su mandato, se casó de
todos modos.
Parece que el viejo
Malatesta sospechó que algo pasaba entre Paolo y su ahora nuera, por lo que lo
envió a Paolo con su esposa a un castillo alejado. Sin embargo, Paolo estaba
enamorado, por lo que la distancia y el encierro no hacían más que incrementar
sus deseos de ver a su mujer amada.
Así que, con cualquier excusa, fue a la casa de su padre.
Un día mientras Francesca estaba sentada en el jardín leyendo las aventuras de Lanzarote del Lago y Paolo la acompañaba, en el libro Lanzarote besa a Ginebra. Los dos amantes que leían se besan, con tanta mala suerte que el horrible de Gianciotto los ve y los mata a ambos.
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