martes, 10 de diciembre de 2013

"Infierno" de Dande Alighieri: Paolo y Francesca

Por: Luisa Engelfried Orozco

En el infierno se muestra una forma muy imaginativa en la que Dante describe el infierno, que es lo que desde entonces se toma como referencia cuando alguien habla del infierno.

En el libro, Dante nos muestra como el pecado es una opción y cuál es el castigo que te espera si decides tomar esta decisión, también materializa todos los pecados, sus castigos, mientras atraviesa todos  de los círculos que comprenden el infierno. Con una forma arquitectónica muy complicada, Dante divide dependiendo tu pecado y la gravedad de este en una forma cónica, que entre más te acercas al fondo más frío hace.


Primer círculo: Limbo

En este círculo se encuentran las grandes figuras y filósofos que no lograron ser bautizados, debido a los años en los que vivieron, donde todavía no existía nada parecido a un acto de bautismo.
Su castigo es nunca tener un encuentro con Dios, pero fuera de eso viven en un hermoso lugar se le describe como un hermoso lugar con un castillo, rodeado de llanuras verdes.

Aquí se pueden encontrar personajes bíblicos y filósofos griegos como el mismo Virgilio que guía a Dante, Homero, Ovidio, Horacio, etc.

Segundo círculo: Lujuria

Después del primer círculo, todos los condenado tienen que ser juzgados por Minos, quien decide a que círculo te corresponde ir.
En este círculo se encuentran aquellos que han pecado de lujuria. Dante los describe  como "malefactores carnales" por dejar que sus apetitos sobrepasaran su razón.

Estas personas están condenadas a ser envestidas por un fuerte viento, mientras están totalmente desnudos, que las azota contra suelo y paredes, las agita y las hace chocar unas con otras, de la misma forma que en vida se dejaron llevar por los vientos de la pasión.

Aquí se encuentran Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris, Tristán, Dido y Paolo y Francesca.

Y este es al tema que quería llegar, Paolo y Francesca. Dante los al llegar a este círculo nota que hay “Dos almas que van juntas y parecen más ligeras que las otras impelidas por el viento” y quiere hablar con ellas, Virgilio contesta que les ruegue que con el amor que las dirige se acerquen hacia el para contarles sus penas.

La historia comienza con Giovanni Malatesta, un joven de la alta sociedad italiana. El padre de Gianciotto, el viejo Malatesta, decide casar a su hijo con la bella y joven Francesca, hija de Guido da Polenta, y así unir a las dos familias.

Pero el viejo Malatesta tiene un problema, su hijo Gianciotto es bastante desagradable, es feo, malhumorado, estúpido, gruñón, en fin, un desastre, y no había manera de que Francesca, ni mucho menos su padre, lo acepten como pretendiente. Entonces el viejo Malatesta piensa en un plan: enviar a su hijo Paolo, hermano menor de Gianciotto, un tipo bello, educado, fino, un ganador, a pedir la mano de Francesca en nombre de su hermano.

Cuando Paolo, que estaba casado, y Francesca se encuentran, se gustan mutuamente. Francesca sabía que no era su pretendiente, aunque seguramente lo deseaba, pero aceptó la proposición, tal vez pensando que Gianciotto sería parecido a su hermano. Cuando vio a Gianciotto, se decepciono rotundamente, pero, fiel a su mandato, se casó de todos modos.
Parece que el viejo Malatesta sospechó que algo pasaba entre Paolo y su ahora nuera, por lo que lo envió a Paolo con su esposa a un castillo alejado. Sin embargo, Paolo estaba enamorado, por lo que la distancia y el encierro no hacían más que incrementar sus deseos de ver a su mujer amada.

Así que, con cualquier excusa, fue a la casa de su padre.

Un día mientras Francesca estaba sentada en el jardín leyendo las aventuras de Lanzarote del Lago y Paolo la acompañaba, en el libro Lanzarote besa a Ginebra. Los dos amantes que leían se besan, con tanta mala suerte que el horrible de Gianciotto los ve y los mata a ambos.

Estos amantes se encuentran en el círculo de la lujuria por haber cedido a sus impulsos, pero al final están juntos eternamente. Sufren, pero como lo describe Dante: juntos, más ligeros que los demás.  

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