La muerte va sembrando memorias que se representan a través de las obras de Juan Rulfo,
David Toscana y Jaime Sabines.
Las memorias, las que dan esencia a la narración, son las
que nos brindan un empujón para que nuestra imaginación sea capaz de completar
el razonamiento que surge naturalmente del pasado, presente y futuro dentro del
relato, son esas ganas de querer saber todo el contexto y las personalidades.
Leyendo Pedro Páramo, me di cuenta
de que el pasado era literalmente lo que construía toda la obra, dando un sabor de soledad y muerte. Los personajes se encontraban atascados
de memorias, la cuales no los dejaban estar en paz e irse a descansar al otro
lado, y el porque de todos estos sucesos, que se repetían uno tras otro es un
aspecto que muchas veces causa gran conflicto en cualquier escena real o
ficticia.
-Comala, señor.
-¿Está seguro de que ya es
Comala?
- Seguro, señor.
- ¿Y por qué se ve esto tan triste?
- Son los tiempos,
señor.
Yo imaginaba ver
aquello a través de los recuerdos
de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros.
( Rulfo, 1955)
La muerte, la
dominante, la nostálgica, la triste, y en otros casos feliz, la que se retira y
provoca para unos un leve y para otros un enorme sentimiento de ausencia cuando
le llega la hora de venir. Estas memorias de las que hablo no son de
casualidad, sino al contrario, están
abatidas de pura causalidad, y la respuesta a esto es la muerte, para mi
es una de las partes que puede llegar a amargar e impresionar dentro de una
obra literaria.
La muerte se
va mencionando en distintos aspectos dentro de las tres obras literarias, en
una es algo que abunda y se llega a convertir en lo normal y deambulante, en
otra es un hallazgo que mueve a un último lector a relatar su
inconformidad con el mundo y en la poesía, nos encontramos con las
consecuencias que esta causa dando como resultado recuerdos y metáforas que van
dedicadas al padre de Sabines.
Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento,
estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.
Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
Calor de Dios, y en su cerrado puño,
Crecer igual que un feto.
(Sabines, 1989)
Los personajes se encuentran en estados de ánimo bastante diferentes entre sí, los Comala son bastante
rencorosos y cerrados, ellos no dejan ni sueltan las faltas de los otros
pobladores, quedándose cada uno con el problema que no es de su incumbencia.
Las memorias que guardaban eran la mayoría
consecuencia de la muerte no solo humana si no de las tierras de Comala, secas,
muertas y pobres.
En si el autor trata de expresar como la muerte abarca muchos
elementos y también disfraza situaciones causando consecuencias que van armado
la historia.
Cuando Juan Preciado, personaje principal de Pedro Páramo, descubre la
realidad de aquel pueblo derrumbado e iracundo, recurre a la muerte para tratar de averiguar y al final
introducirse a la historia y las acciones de todo una población dominada por un
hombre con poder Pedro Páramo.
No había
aire. Tuve que sorber el mismo aire que salía de mi boca, deteniéndolo con las manos antes de que se fuera. Lo
sentía ir y venir, cada vez menos; hasta que se hizo tan delgado que se filtró entre mis dedos para siempre.
Digo para siempre.
Tengo memorias de haber visto
algo así como nubes espumosas (…) Fue lo
último que vi.
(Rulfo, 1955)
Cuando la noticia de muerte de la niña con el nombre sobrepuesto Babette llegó
a Icamole, pueblo plagado de poca abundancia y florecimiento, este
evento fue lo
único que rompió la monotonía que lo definía. Esta muerte, este asesinato, entrelaza con otra historia de otra
búsqueda: la de Lucio y su devenir como lector crítico y apasionado, como el
último lector, inconforme con sus circunstancias y su mundo.
Remigio también
baja a la calle. Toma unos segundos de decidirse a hablar, mientras borra las
historia de la gente sobre la mujer que viene a Icamole a regalar libros. ¿Se
le pierde su hija y ella como si nada? – Esas no fueron mis palabras, ni las
suyas, dice Lucio, además ella esta consciente de que la niña no esta perdida
sino muerta.
(Toscana,
2010)
La niña muerta plantea un enigma: el cual es para leerse e
interpretarse. ¿Cómo murió? ¿Quién la mató? ¿Cómo llegó hasta el pozo de
Remigio?... Creo que existen simbolísmos donde por
ejemplo cuando la muerte flota en el agua se ve la paradoja: el movimiento y el
cambio visitan a Icamole de manera subrepticia a través de la muerte, pues sólo
a raíz de la desaparición de Anamari en Icamole todo se mueve.
Toma la mano tan
pronto la ve salir y le sorprende no sentir asco. Ya en otra oportunidad había
cargado a un muerte y casi se vomita. Pero tu eres muy diferente, le dice a la
Niza, debiste ver al otro: viejo, gordo y encima inflado y desnudo porque se
ahogó en una charca.
(Toscana, 2010)
La muerte como poesía y para Jaime, es
como algo que te hace retener los recuerdos y te transporta a las acciones de
costumbre y pasado, volviéndolo como algo realmente sentimental y dantesco.
Para Sabines y su poema “Algo sobre la muerte del Mayor Sabines” los detalles y
los versos largos son los que completan todo este poema, la importancia que le
da las metáforas sobre las acciones llegan a convertir a la muerte en algo
realmente bello que puedes disfrutar sintiendo la verdadera nostalgia del autor
ante la muerte de su padre.
Padre
mío, señor mío, hermano mío, amigo de mi alma, tierno y fuerte, saca tu cuerpo
viejo, viejo mío, saca tu cuerpo de la muerte. (…) Amo tus
canas, tu mentón austero, tu boca firme y tu mirada abierta, tu pecho vasto y
sólido y certero.
(Sabines,
1973)
En conclusión, es algo muy delicioso e interesante ver como se puede
jugar con un término tan difícil y áspero, al cual puedes usar a tu gusto colocando o
no, distintos puntos de vista que van desarrollando una historia, cuento, poesía
o hasta canción. La forma en la que cada autor utiliza la muerte y la planta
como memorias es tan original que al final cada obra te deja un sabor diferente,
como en El último lector que jamás durante toda la historia llegas
a realmente sentir tristeza por Anamari (Babette) o en Pedro Páramo que te hace
vivirlas y acostumbrarte a la muerte y las memorias como si fuera lo más normal en Comala.
Te enterramos
ayer.
Ayer te
enterramos.
Te hechamos
tierra ayer.
Quedaste en la
tierra ayer.
Estas rodeado de
tierra desde ayer.
Arriba y abajo y
a los lados por tus pies y por tu cabeza esta la tierra desde ayer…
(Sabines, 1979)
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