lunes, 28 de octubre de 2013

“Edipo rey” de Sófocles: El destino como castigo a la descendencia.

Representación teatral Edipo Rey de Sófocles
Por: Paulina Navarro Montenegro

En ésta, la tragedia más conocida de Sófocles, encontramos una historia de vidas entrelazadas y desordenadas.

La voluntad de los dioses y lo que ellos desean como destino para nosotros los mortales, no debe ser puesto en tela de juicio, tal y como nos muestra esta historia en la que Layo, rey de Tebas y Yocasta, su esposa, desean tener descendencia, pero un oráculo les advierte que si tienen un hijo, éste al crecer se convertirá en asesino de su padre y después compartirá lecho con su propia madre. Desobedeciendo, Layo y Yocasta engendran un hijo, pero atemorizados por el cumplimiento del oráculo, envían a uno de sus pastores para que se deshaga del niño. Por supuesto que, como los dioses siempre tienen  razón, y sus voluntades son ordenes, el pastor se compadece del recién nacido y en vez de dejarlo morir, se lo regala a otro pastor que encuentra por el camino. Este pastor a su vez, regaló el niño a Pólibo, rey de Corinto, que deseaba hijos. Edipo al crecer huyó de Corinto porque al sospechar que no era hijo legítimo de Pólibo, fue a consultar un oráculo y este le dio la misma predicción que años atrás les había dado a su padre y madre bilógicos.

En el camino de su huida, casualmente encontró a Layo, se armó una disputa y lo mató. La primera parte del oráculo estaba completa. Después llegó a la ciudad que Layo solía gobernar y se casó con la viuda reina, su madre. De esta manera, se cumple el destino que los dioses tenían preparado para la casa de Layo, aun asi, los trágicos sucesos continúan: Yocasta no soporta el dolor y se quita la vida, Edipo, en un arranque de locura, se quita los ojos.


Las tragedias que ocurrían en las casas de los reyes no eran un castigo a esos hombres por sus propias acciones ni mucho menos coincidencia. Era un castigo que venía muchas generaciones atrás, una carga que generación tras generación se fue arrastrando por causa de algún hombre que en algún tiempo obró mal. Así que, si tu no querías que la desdicha y el sufrimiento entraran en la vida de tus hijos, o tus nietos, era necesario que escucharas el consejo de los dioses y que no promovieras su cólera hacia a ti, porque si no, las victimas serían las generaciones siguientes de tu linaje. Ellos cumplirían la deuda que tú dejaste en el mundo de los mortales.

1 comentario:

  1. Muy bueno. Tiene una buena coherencia, el orden lógico y la secuencia se mantienen.

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