lunes, 28 de octubre de 2013

"La Iliada" De Homero: Canto XXIV

Por Montserrat Mendoza Martínez





El canto veinticuatro, es el último de la épica. Esta rapsodia se titula “Rescate de Hector”. El comienzo de la parte final.


Se trata de que Aquiles llora, acordándose de su difundo amigo, Patroclo, yo identifico que este héroe tiene una especie de depresión y odio hacia la vida. Por las mañanas subía a su carruaje y arrastraba el cadáver de Héctor tres veces, despues de eso, Aquiles regresaba a su tienda a lamentarse de su situación y a incitar a sus compañeros para destruir el cuerpo de Héctor. Durante la noche, Apolo, Juno y Neptuno cuidaba el cadáver de Héctor. 


A la duodécima aurora, Apolo dice: “oh dioses, crueles y maléficos ?Acaso Héctor no quemaba en nuestro honor muslos de cabras y bueyes? Por otro lado ustedes favorecen al insensible Aquiles a quien no le importa poner a la vista el cadáver de Héctor” Juno le contesto irritada quejándose del favoritismo que Apolo le tenia al pueblo de Ilión. Júpiter le contesto a Juno que Héctor siempre les rindió tributo y que el merecía una sepultura digna. 


Iris se lanzó a lo profundo del mar donde se encontraba Tetis, ella se encontraba llena de verguenza y dolor en su corazón. Las dos deidades salieron a la playa y luego se reunieron en el Olimpo, ahí tomaron la copa de oro y convencieron a Tetis para pedirle a Aquiles que entregue el cuerpo de Héctor a cambio de varios tesoros y la tranquilidad de los dioses. 


La venerada diosa obedeció y hablo como madre a su hijo Aquiles diciendole “Ea entrega el cadaver y acepta su rescate” el obediente hijo respondió diciendo “Sea así”. Al tener este acuerdo. Argifontes les comunico a los dioses que Aquiles tendrá buen cuido y respeto. 


La mensajera de Júpiter anunció al anciano Príamo la noticia diciendo “El Olímpo te manda rescatar al divino Héctor”. Príamo mandó a sus hijos a que prepararan un carro lleno de regalos. Después de todo un rito que consistía en ver un águila se les llenó de alegría el corazón. 



Durante el camino a la tienda de Aquiles, Mercurio, en el cuerpo de un mortal, acompaño a Príamo. El anciano tenia miedo y duda acerca del estado del cadáver, pero Mercurio le aseguro que el cuerpo se conserva y que los dioses cuidan de él aun después de muerto. 


Cuando llegaron con Aquiles el gran Príamo lo abrazó y besó sus manos. Aquiles se hartó en llanto junto con Príamo. Después de este melancólico encuentro, el anciano entrego los regalos y llamó a sus esclavas para que lavaran y vistieran al héroe. Se admiraron mutuamente y pactaron en que durante diez días se suspendería la guerra.

Príamo se despidió y Aquiles durmió con Briseida. Por esa noche las demás deidades durmieron toda la noche. 

Cuando Casandra vió llegar el carro con el cadáver de su esposo, lloro derramando lagrimas sinceras. Helena recordó a su cariñoso cuñado. Por nueve días los troyanos lloraron en honor a Héctor y al noveno le prendieron fuego, lo depositaron en una urna y finalmente celebraron un banquete fúnebre. Así finaliza La Iliada.




4 comentarios:

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  2. Aquiles sabía que Hector era un gran guerrero y es por ello que le entrega el cuerpo a su padre para que le dieran la sepultura digna, con las monedas en los ojos y cremación en lo alto ya que ellos creían que así entraban al reino de los cielos. para pagar su pasaje a Caronte, que era el barquero que cruzaba a los muertos por la laguna Estigia (también conocida como el Río Aqueronte o Río de la tragedia y era el propio difunto, una vez introducido en la barca, quien remaba, nunca Caronte), ésta era vista como una laguna de aguas pantanosas formada por las lágrimas de los condenados. Nada podía flotar ahí excepto la barca de Caronte, para llegar al reino de Hades (reino de los muertos), donde les esperaba el Cancerbero, guardián de la puerta de ese reino (un siniestro perro de tres cabezas, encargado de cuidar la entrada, para que ningún vivo entrara en el infierno y ningún muerto saliera de él).

    También para que simplemente no se abran...porque hay una creencia de que si a un difunto éstos le quedan abiertos, pronto le seguirá un familiar o conocido.

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  3. Me encantó tú forma de contar la historia desde ese punto de vista.

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  4. Aquí, nuevamente la Señorita Mendoza resalta la lealtad, no sólo entre humanos o con uno mismo, sino de seres superiores hacia aquéllos que son inferiores. De manera indirecta se enfoca en la recompensa que uno recibe aún después de muerto por la lealtad brindada a los seres queridos, sean corpóreos o espirituales.

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